Bailar hasta florecer. Celebración primaria del goce, el agradecimiento, la conexión y la concreción de la memoria. Registros y relatos corporales de nuestra expresión frente al mundo, pasos que son el disfrute esencial que convoca. Nos reunimos a danzar, festejar, acuerparnos colectivamente los dolores, las tristezas y las victorias. Homenaje al ritmo percutido que alienta el fuego de los corazones.
A veces decidimos ocultarnos para entregarnos al goce, necesitamos la licencia de la máscara para sentir la libertad de ser quien no nos atrevemos. Taparnos la cara permite la escucha. El anonimato impulsa el interés a lo desconocido, el misterio en sí de ser otre, de hacerse a otra imagen que permita la mostruosidad, que posibilite el límite, identidades liminales que permiten la transformación. Que la fiesta venidera nos permita ser lo que soñamos, que nos aviente al deseo y las posibilidades de reconocernos en él, que nos encuentre juntas, con las almas que anhelamos, que esperamos, que honramos.